sábado, 15 de agosto de 2009

Camino de Santiago

Este año por vacaciones hemos decidido dedicar unos días para hacer algo diferente. Algo diferente para Mari Carmen y para mí, se entiende, ya que el Camino de Santiago es recorrido cada año por miles de personas. El día 30 salimos de Lebrija, con destino a Sevilla. De ahí a Madrid en Ave, para después coger un Talgo hasta Ourense. Cuando entras en Galicia, uno se da cuenta de lo diferente que es el paisaje comparado con el lugar donde uno vive. Todo superverde hasta donde alcanza la vista. LLegados a Ourense pasamos la noche, ya que no encontramos ningún tipo de conexión con Monforte de Lemos para el mismo día.

A la mañana siguiente salimos bien temprano para coger un tren hasta Monforte y llegados allí, un autobús hasta Sarriá, que sería nuestro punto de inicio del camino, a unos 112 km de Santiago de Compostela, según pone en la Credencial del Peregrino.

1ª Etapa: Sarriá-Portomarín (23 km).
En Sarría empezamos a contagiarnos del ambiente. Vemos a los primeros peregrinos en bici, extranjeros, que nos reconocen como iguales y nos saludan amablemente. Nosotros vamos a por la credencial a la Parroquia de Santa Marina, donde nos reciben y nos desean "buen camino". Antes de empezar el camino, decidimos almorzar para empezar con fuerzas la caminata de 23 km hasta Portomarín.

Como empezamos a una hora un poco rara (en los albergues te sacan a las 8 de la mañana), apenas nos encontramos con peregrinos por el camino hasta ya estar cerca de final de nuestra etapa, donde coincidimos, por motivos que no voy a explicar aquí, con un peculiar trio formado por un norteamericano, un italiano y un alemán que se habían conocido haciendo el camino y que llevaban ya unos 20 días andando desde Roncesballes (inicio del Camino Francés). Ya entrando en Portomarín, tuvimos que atravesar el río Miño, donde el antiguo pueblo descansa baja las aguas. Como es la costumbre, cuando el peregrino llega debe hacer su entrada por una parte del antiguo puente de estilo románico que aún se conserva y que fue trasladado piedra a piedra desde su antigua ubicación antes de hacer inundar el pueblo.

2ª Etapa: Portomarín-Palas de Rei (25 km).
Esta mañana al emprender la marcha no sabíamos lo que el camino nos depararía. Al salir de Portomarín, hay que cruzar un estrecho puente de algo más de un metro de anchura y estructura metálica. No apto para los que tengan miedo a las aturas. Más adelante el camino se vuelve exuberante de naturaleza, lo que añadido a la humedad ambiente le da un aspecto bucólico. Nos encontramos por el camino a peregrinos en bici y andando. Alguno de ellos se diría que habían empezado la jornada varios kilómetros antes que nosotros. Más adelante, nuestras sospechas se confirman y empieza a llover a cántaros. Menos mal que llevabamos la capa de agua, pero con la prisas no nos la colocamos bien porque la mochila se puso empapada. Menos mal que todas las cosas iban dentro de bolsas de plástico, por lo que las mudas se salvaron. Como nos pilló en medio de la nada, sin un techo o algo parecido donde meterse, nos vimos obligados a continuar con la marcha hasta encontrar un sitio. Finalmente llegamos a un bar donde había un montón de peregrinos con los chubasqueros puestos a secar esperando a que amainase la lluvia. Así que aprovechamos para comer algo y cambiarnos de ropa. Aún recuerdo la cara que puedieron cuando nos vieron entrar por el bar y cuando me quité los calcetines para escurrirlos como si de una balleta se tratara. Antes de que acabase la etapa del día, nos volvío a llover aunque con menos fuerza.
A Palas de Rei llegamos ya por la tarde, donde pasamos por el albergue de peregrinos para que nos sellaran las credenciales. Esto de lo de sellar las credenciales es para que cuando llegues a Santiago, te den la Compostela, que es un documento que acredita que has realizado el camino. Luego nos buscamos un hotel donde pasar la noche y dspués de darnos una ducha nos fuimos a cenar. Por cierto, en estos sitios, sobre todo en las localidades donde viven del turismo que se crea alrededor del Camino de Santiago, los restaurantes y bares cierran la cocina a eso de las 22:00, bastante prontito para un andaluz en verano.


3ª Etapa: Palas de Rei-Melide (15 km).
Esta etapa era muy agradecida para el cuerpo ya que el nº de kilómetros se reducía bastante con relación a las anteriores. Melide es un pueblo más grande que los anteriores, se nota por el movimiento de gente y el nº de establecimientos. Al llegar nos instalamos en el hotel y nos fuimos a almorzar. Nos fuimos a una "pulpería". Las pulperías son bares-restaurantes, donde el plato principal es el pulpo (¡venga ya!). El pulpo lo cuecen delante de tí en una marmita de cobre o bronce, no recuerdo bien, y te lo sirven ya cortado por raciones aliñado con pimiento rojo picante y aceite. Está buenísimo, lo recomiendo. Por la noche, estuvimos viendo una actuación de un cantautor en la plaza del pueblo que nos gustó mucho.

4ª Etapa: Melide-Arzua (14 km).
La etapa que se presentaba para hoy era las más corta de todas, un km menos que la anterior. Por la mañana, antes de partir, nos pasamos por la parroquia de San Pedro de Melide para que nos sellarán la credencial y de paso ver la iglesia, que también se llama o se llamaba Hospital del Espiritu Santo. Allí el parroco se interesó por saber de dónde eramos y nos deseeo buen camino. Saliendo ya de Melide, pasamos junto el albergue de peregrinos, de aspecto rústico, muy bonito por cierto, para ya adentrarnos en el bosque. Luego llegamos a la localidad de Boente, un pueblo muy pequeñito, donde el cura de la iglesia, estaba en la puerta de su iglesia y saludaba a todos los peregrinos que pasaban, incluso los animaba a entrar a ver su iglesia. Nosotros nos dirigimos hacía el para que nos sellara la credencial (en los últimos 100 km del camino tienes que sellar la credencial al menos dos veces al día)y con eso descansar un poco. Nos dió un poco de conversación e incluso nos regaló una estampa de Santiago Apostol de Boente. Seguimos con la caminata y entramos ya en Arzúa. Creo que este fue uno de los días que más calor tuvimos. Tuvimos un poco de dificultad en encontrar alojamiento porque el albergue de la xunta sólo tiene 14 plazas con lo cual, la mayoría de peregrinos tiene que buscarse alojamiento privado. Yo creo sinceramente que lo hacen así interesadamente, porque un alberque para 14 personas me parece ridículo. Nosotros nos alojamos en un hotel a la salida de Arzúa. Tuvimos que hacer unos kms extras ya que estaba como a unos 2 kms, pero bueno, también es verdad que nos los quitamos para la jornada siguiente ya que había un pequeño atajo que comunicaba el hotel con el sendero del camino.


5ª Etapa: Arzua-A Rúa (20 Km).
Cuando salimos la mañana de esta quinta etapa nuestro pensamiento era concluir la jornada en O Pedrouzo. Después de tomar un buen desayuno y tomar fuerzas, nos despedimos de la camarera del hotel de voz aflautada.
Llegando a la altura de O Acivro, decidimos cambiar de planes y pasar la última noche del viaje allí. O Acivro es una pequeña aldea, alejada del mundanal ruído. Nos quedamos en unos apartamentos rurales muy apañados, con piscina y todo. Yo no me bañé porque soy muy friolero, pero Mari Carmen no dejó pasar la oportunidad.

6ª Etapa: A Rúa-Santiago de Compostela (20 Km).
Esa mañana madrugamos más que de costumbre. A las 7:30 de la mañana ya estabamos en moviendo el esqueleto. Queriamos llegar a tiempo a Santiago para asistir a la misa del peregrino que se celebra en la catedral a las 12:00. Cuando salimos todavía era de noche, pero ya habían peregrinos por el camino. Pasamos por O Pedrouzo, que estaba a unos 2 km, calculo, del lugar donde nos quedamos. Creo que no nos perdimos nada. Al lado de un polideportivo vimos un grupo de boy scout o algo parecido rezando en calle antes de salir. Salimos sin desayunar, así que al pasar por A Lavacolla entramos a tomar algo en el primer bar que vimos abierto. Pasamos junto al aeropuerto de A Coruña, y luego llegamos a un monte que se llama de Monte de Gouzo, a unos 380 m de altitud. Desde allí ya se ve Santiago. Según iba haciendo el recorrido iba notando que el viaje se acababa, una lástima. Ya nadie llevaba prisa por llegar. Entrando en Santiago un jubilado nos dió la bienvenida. Bonito detalle. No tuvimos nada parecido después de esto. Despúes de recorrer parte de la ciudad y parecernos que nunca ibamos a encontrar la Plaza del Obradoiro, por fin nos damos de frente con la catedral. Al final no pudimos entrar en la misa, no nos dejaron, a pesar de ser peregrinos. No entro en detalles para dejarlo para otra entrada aparte. El centro de Santiago es muy turístico, mucho dominguero con palito y viera de recuerdo, pero cultura de peregrino poca. Como no pudimos entrar, nos fuimos a la oficina del peregrino, para que nos sellasen por última vez la credencial y nos dieran nuestra Compostela. Luego, despúes de almorzar, nos fuimos a la catedral y le dimos el abrazo al apostol, además de ver el sepulcro.

Para finalizar, recomendaría a todo el mundo que se animase a realizar el camino al menos una vez en su vida, la experiencia merece la pena, ya sea por los motivos que sean, no necesariamente religiosos. No me extiendo en la crónica más para no cargar, y porque hay muchos detalles que se me han olvidado. Espero que que os haya gustado.

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