miércoles, 31 de diciembre de 2008

Las etapas del corredor popular

Lo primero decir que estas etapas no tienen porqué encajar con la edad del corredor. Se puede empezar a correr a los 20 ó a los 30, incluso a los 50 ó 60. Alguien que empieza a los 50 es veterano, pero es un corredor bebé.

Las etapas pueden ser más o menos duraderas, dependiendo de muchos factores, fundamentalmente de las cualidades deportivas del individuo.

Pasemos a detallarlas:

1. El contacto. La mayoría de nosotros empieza por problemas de peso. De repente vemos algún flotador en nuestra cintura. “Esto no puede ser, tengo que hacer algo”. También para dejar o haber dejado de fumar. Nos ponemos unas zapatillas y comenzamos a caminar, después a trotar. A los 5 minutos acabamos reventados pero satisfechos. Mañana más. Otros salen de algún deporte que ya no quieren o pueden practicar y un buen día se apuntan a correr. En definitiva, el contacto con la carrera es, casi siempre, para una mejora física.

2. El acercamiento. Ya llevamos un tiempo corriendo y nos fijamos que junto a nosotros corren muchos más. Unos más rápidos y otros más lentos. Observamos sus zapas y su vestimenta. ¿Dónde se habrá comprado éste esa sudadera tan molona? ¡Vaya zapas que lleva ese fulano. Empezamos a hablar ya con algunos y nos enteramos que hay carreras populares. Incuso vamos a alguna y para nuestra sorpresa hay montones de gente como nosotros y encima no quedamos el último.

3. La euforia. Ya participamos en carreras habitualmente. Estamos encantados con nuestro nuevo tipo de vida. Más delgados, más morenos, más guapos. Comemos más y mejor, y encima no engordamos. Estamos de mejor humor. Nos enteramos de que hay revistas y foros especializados. Nos damos cuenta la buena gente que hay entre los corredores. Ya tenemos compañeros y amigos entre ellos. Esto es vida. ¿Cómo no me habré dado cuenta antes?

4. El progreso. Ya no queremos simplemente salir a correr. Nos interesamos por los planes de entreno y comenzamos a hacer nuestros pinitos con las series, las cuestas, los cambios de ritmos, que descubrimos que se llaman fartlek. Incluso nos metemos en un club y/o nos dejamos asesorar por un entrenador o algún amigo más puesto en estos temas. Ya corremos o tenemos en mente alguna maratón. Aparecen los números. Voy a tanto el km, tengo que bajar de equis. Cada día nos salen mejor los entrenos y las carreras. Progresamos que es un placer.

5. La plenitud. Llegamos a lo más alto. A cotas que no nos habríamos imaginado nunca. Ya hago menos de nosecuanto en media y bajo de nosequé en maratón. Los diezmiles me los pulo en menos de... Dedicamos bastante tiempo a los entrenos para que salgan los tiempos. Tenemos cantidad de colegas corredores. Los piques son frecuentes y tenemos ganas de mojarle la oreja al fulanito que siempre llega delante de nosotros. Estamos pletóricos.

6. El mantenimiento. En esta fase cumplimos objetivos. Corremos ya lo que se nos ponga a tiro. Vamos al extranjero. Nuestros registros siguen siendo excelentes y ya somos muy conscientes de nuestras limitaciones. Nos creemos que no existen secretos para nosotros en la carrera. Estamos perfectamente formados como corredores. El correr es una de las cosas importantes de nuestras vidas. Normalmente es la etapa más larga del corredor popular.

7. La decadencia. Y de repente un día, sin saber porqué no nos sale la marca. Será un mal día. He entrenado poco. Pero a la siguiente tampoco sale, ni a la otra. ¡Cagüental! Oye, que esto no va. Si es que ya no puedo entrenar como antes. A pesar de todo no podemos dejar de correr y nos damos cuenta que nuestros cuerpos no son los mismos. Desgraciadamente somos conscientes que hemos quemado muchas etapas y no hay vuelta atrás. Empieza el declive.

8. El conformismo. Disfrutamos exclusivamente del gusto por el correr. Ni más ni menos. Eso sí damos la brasa a cualquiera de todas nuestras gestas. El abuelo cebolleta a nuestro lado es un aprendiz.

Yo creo que estoy entre la euforia y el progreso.
¿Y tú en qué etapa estás compañer@?