lunes, 21 de diciembre de 2015

Chaqueta Top Extreme de Raidlight. Review de producto.

Hace aproximádamente que me llegó a casa esta prenda. Me la tuve que comprar, claro. Quiero decir que yo no soy uno de esos probadores a los que las marcas les envían sus productos para que los testeen y les de su opinión. Ya me gustaría. Suerte que tenían un cupón de descuento bastante sustancioso. Aunque eso, sí, cuando salió rebajada con un 25% de descuento en el calendario de adviento...ya eso no me hizo tanta gracia.
A lo que iba,que me desvío del tema. La chaqueta en sí goza de buenas críticas entre el personal que le da al tema, siendo uno de los productos más destacables de la marca. Ese fue de unos de los motivos que me hizo decantarme por este modelo. Se trata de una chaqueta transpirable (15000 g/m²/24h) y impermeable/cortavientos (15000 schmerbers, ed decir, 15 m de columna de agua), de sobra para el UTMB, de corte ajustado, atlético diría yo. 

A mí con la talla S me viene perfecta, incluso con un forro polar no muy grueso debajo.

Nada más probármela, se nota que es un buen material. Tiene muchos detalles de calidad, diseñados por y para este deporte, como por ejemplo los puños ajustables y con elástico para engancharlo al dedo gordo de la mano y así evitar que la manga pueda retraerse, protegiéndonos mejor de la lluvia. 
También tiene una ventana en la manga izquierda ( si eres zurdo, tienes un problema) para poder visualizar el reloj, el gps o el pulsómetro, aunque sin haberla probado todavía en carrera, tengo entendido que con el calor generado en el interior tiende a empañarse.A mí, más que esto, lo que me preocupa es la durablidad del plástico de la ventana.
Además, la capucha es ajustable mediante una seríe de mosquetones, ubicado uno de ellos en la parte posterior de la cabeza y los otros dos en el cuello. También tiene la posibilidad de guardarse en el cuello, con lo que así evitamos el efecto "paracaídas".
 
Más cosas. Costuras, por supuesto termoselladas. Dos bolsillos laterales, en los que te cabe perfectamente un teléfono móvil. Un detalle muy conseguido, es que la propia chaqueta se puede guardar en uno de los bolsillos, quedando reducida a un paquete del tamaño de un puño. Eso se consique a la cremallera de doble carro, que junto con los velcros ideados por el Team, permiten poderla llevar enganchada de un cinturón, caso de que vayamos a salir sin mochila.
Detalles reflectante, tanto en la parte delantera como trasera, delantera y costados. En cuanto a su peso, unos 280 gramos. Muy liviana. Quizás las haya más aún, pero con ésta voy que me mato. El tacto es quizás un poco acartonado...como la mayoría.

Y así a bote pronto, no se me ocurre nada más. De momento me llevado una muy buena impresión general. Deseando probarla que estoy. Conste que he intentado ser lo más objetivo posible.

Saludos.

lunes, 9 de noviembre de 2015

Review de producto: la eco tasse

La eco-tasse es, por decirlo resumidamente, un vaso de goma con diseño registrado por Raidlight, un accesorio casi fijo en cualquier tipo de entrenamiento o carrera, tanto de media como de larga distancia, ya que en muchas pruebas nos están exigiendo un vaso plegable. Yo tengo uno, bueno, tenía hasta que lo perdí en un entreno por el monte (seguramente al meter/sacar algún gel de los bolsillos). Así que supongo que volveré a incluirlo en la próxima compra que haga para completar el pedido. Mientras tanto recurriré al truco del tetrabrick.

A lo que iba, pesa unos 20 gramos y la podemos encontrar con la funda o bien por separado. La funda está bien, porque lleva un ojal que te permite llevarlo colgado del cinturón de la mochila o de la riñonera. Los hay en varios colores e incluso "customizados" con alguna serigrafía conmemorativa como la del Gran Raid Reunion.
En cuanto a su forma, pues viene a tener un diámetro aproximado de unos 7 cm y una altura de 2,5 cm en posición plegada y de 5 cm completamente estirado. Tiene una pequeña pestaña o tirador que hace las veces de asa y nos sirve para sujetarla cuando vayamos a beber.

Como ya decía al principio, es un accesorio muy útil y que apenas coge sitio, además de tener un peso muy reducido, que suele exigirse ahora en muchas carreras para no usar vasos de plástico y evitar ensuciar el medio ambiente. A modo de anécdota sobre vasos, en luna carrera de trail que hice por la zona de Montejaque (Serranía de Ronda), el tema de los vasos de plástico estaba limitado a los 50 primeros corredores, por lo que en la bolsa del corredor nos suministraban un vaso de metal para mi sorpresa. Sí, de metal. Y es que si bien pesaba poco, no tenía ningún tipo de asa ni nada por el estilo para poder engancharlo con un mosquetón a los tirantes, y como tampoco se podía “plegar”, jajaja, tampoco lo puede meter en los bolsillos laterales de la mochila, así que lo tuve que llevar a la espalda. Así que lo mejor es un vaso tipo eco tasse.

lunes, 19 de octubre de 2015

Crónica I Trail Olvera

El pasado sábado día 17 de octubre se celeró en Olvera, localidad peteneciente a la ruta de los "Pueblos Blancos" de la serranía de Cádiz, la primera edición de este trail organizado por el Club de Atletismo de Olvera.

La prueba contaba con dos recorridos: uno de 23 km y un desnivel acumulado de 1.000 metros, y una carrera de promoción de 10 km.

Sobre las 9:15 -9:30 de la mañana dejamos el coche junto al recinto ferial, lugar que serviría de meta a todos los corredores, y procedimos a recoger el dorsal (el 150, número redondo y fácil de recordar). El día se presentaba fresco y según las predicciones del meteosat parecía que la lluvia nos iba a respetar. Yo hice un ejercicio de valentía y salí con mangas de tirantes. Al final acerté.

A continuación  nos dirijimos hacia el centro del pueblo, lugar donde se daría la salida, previa subida de 1 km hasta llegar al lugar y momento que MC aprovechó para hacer las fotitos de rigor. A las 10 de la mañana se dió el pistoletazo, comenzando con una subida un poco embarullada hasta dar con la salida de la localidad y adentrarnos a campo abierto. El recorrido discurrió prácticamente entre olivares, con constantes subidas y bajadas. Recorrido por cierto que no daba tregua,  cosa que al menos a mí, me dificultaba el recuperar. Es lo que solemos denominar "rompepiernas". 

Entre el kilómetro 10 y el 11 o el 12, no recuerdo bien, el camino era una pista bastante ancha y plana con pendiente hacia abajo que permitía el correr alegre e incluso coger aire. Diría quizás que el único punto donde pude hacerlo. Luego llegaría el pueblo de Torre- Alháquime, que no se si tenía torre o no, pero las cuestas eran de cojones.
Y luego más de lo mismo, para arriba y para abajo, así hasta llegar al penúltimo avituallamiento y primero donde se ofrecía algo de sólido (barritas de cereales). En ese punto coincidí con la primera mujer y que a la postre quedaría en primer lugar y 19 de la general.

Durante la segunda mitad del recorrido, anduve adelantando y siendo adelantado por los mismos corredores, cosa que me hizo perder la noción de la posición en la que me podía encontrar. Incluso en una ocasión estuve tentado de mirar hacia atrás pero no veía nadie que me siguiera.

Ya entrando en el pueblo, guardo en el recuerdo  una familia que se ofrecía a dar agua y más adelante se encontraba el padre con una bolsa de plástico para recoger los vasos. Un detallazo. Finalmente, bajada hasta llegar al recinto ferial y entrada en meta con un tiempo de 2h20min. Muy contento, posición 33 de la general y 16 de mi categoría.


Luego, recogiendo la camiseta, las chicas de la organización me preguntaron que qué tal la carrera, a lo que tuve que contestar que "no daba tregua". Parece ser que ese fue el comentario habitual, cosa que corroboré más tarde hablando con otros corredores.
Por último, felicitar a la organización, que fueron en todo momento muy amables y dispuestos a todo. Como crítica constructiva, por si lo leen, sugeriría que pusiesen algo de sólido en los primeros avituallamientos, yo por lo menos lo eché en falta. Pero es sólo mi opinión. Antes de que se me olvide dar las gracias a un miembro del Beer Runner Málaga por las fotos que me sacó llegando a meta. Y vuelvo a reiterarme, felicitaciones a la organización por el buen trabajo. Si me llega a tocar un premio en el sorteo, hubiese sido ya la h...El año que viene si Dios quiere repito.


lunes, 5 de octubre de 2015

Zapatillas Raidlight R-Light 002

Allá por el mes de agosto me pillé en la tienda online de Raidlight estas zapas, con la idea de alternarlas con mis Salomon XT Wings y alargar la vida de ambas, ¿será posible?. Total, que como no me gusta hablar del material que uso hasta haberlo probado, ahora ya sí toca. Lo primero que tengo que decir es que a primera impresión la zapa parece un poco "tocha" y pesada, aunque la verdad es que el peso es similar al de tantas otras.

Es una zapatilla customizable, "rara avis" en el mercado, lo que es un punto a favor del fabricante (si te dura el upper, claro): plantillas intercambiables (pronador, supinador, neutro, la slim fit y la ultralight, la más ligerita de todas con tan sólo 20 gramos), así como las pastillas de amortiguación dependiendo si la queremos más o dura o blanda. También se le puede resolar la suela y añadir algunos gadgets, como las polainas (trae unos ojales para enganchar las de la marca) y una especie de placa o estabilizador para la nieve o el hielo.
Me llama especialmente la atención la lengüeta, por ir completamente cosida al upper, con lo que te queda un agujero por donde tiene que entrar el pie sí o sí. Al principio pensaba que iba a ser imposible, pero con la ayuda de un calzador, todo perfecto.  Posteriormente y con el uso, el hueco se ensancha lo suficiente como para no tener que recurrir a esta ayuda. Vista desde arriba se me asimila a un ¿"pie de gato"?

El upper está tejido con un textil de aspecto denso, que no sé del todo como afectará al tema de la transpirabilidad especialmente en zonas más cálidas, así como a la rapidez de secado.  las costuras son dobles y de buena calidad. Luego está el sistema de lazado de los cordones: es la primera vez que veo uno igual. Da la impresión de que no va a apretar lo suficiente, pero resulta que sí. De todas maneras, no descarto cambiarlo. Además, tiene un pequeño bolsillo para meter el nudo y evitar así enganchones.

Respecto a la suela, los tacos son de tipo multidireccional, con la forma del logo de Raidlight. No tienen mucho grosor, así que no sé que resultado dará en otro tipo de terrenos distintos al seco, que es el que hasta ahora he probado). Pero bueno, siempre esta la opción de resolarlas con la suela de las 001. En los bordes de la suela también tiene unos tacos con un tacto más "áspero" que se supone mejoran el agarre.

Detalle taqueado
A la hora de correr, les he hecho varias salidas (una de 11 horas de duración) por senderos y terrenos de roca caliza, concrétamente tramos de la Ultra Trail Sierra de Bandoleros (Sierra de Grazalema). Las sensaciones, un poco pesadas al principio pero pronto desaparecen. Buena amortiguación en el talón. El grosor de la suela en la parte de los metatarsos es más ligero y eso hace la sensación de tener más contacto con el terreno, de sentir las piedras, pero sin llegar a molestar en ningún momento. Hecho en falta, quizás, la puntera un poco más reforzada. Agarre y tracción correctos (terreno seco).

Para finalizar, decir que estas zapas las adquirí por el precio de 69 €. Su precio real es superior, pero en concreto este es un modelo "tarado" (véase, que tiene taras o fallos). La marca, ha decidido  ponerlas a la venta (indicando eso sí, las taras que podían contener) en en vez de tirarlas al contenedor. Política win-win. Respecto a las taras, básicamente son restos de pegamento en la suela y corte de la suela un poco más pequeño. La mías, en concreto, tenían ademas un pequeño bulto en la zona del talón de una de las zapatillas, al lado del logo de Hypergrip. En ningún caso han afectado al uso y creo que bien merece la pena aprovechar este tipo de oportunidades. Ojalá otras marcas hagan lo mismo.

Detalle abultamiento zona talón
Suela. Vista anterior
Suela. Vista Posterior
Pastilla amortiguación

viernes, 2 de octubre de 2015

Del asfalto a la montaña

Lo de correr por la montaña o el monte ha dejado de ser una moda. Cada día son más los corredores que bien sean por probar cosas nuevas o por vivir la experiencia de correr en medio de la naturaleza, deciden dar el salto a la montaña.
En concreto, hace unos días me preguntaron sobre ello: un amigo que lleva años corriendo en asfalto quería saber cómo era eso de correr por medio del monte y si necesitaba algún tipo de preparación especial  o algo parecido.
Lo cierto es que el bagaje de por sí ofrece ciertas ventajas, sobre todo de tipo muscular y cardiovascular. No obstante, si no has corrido antes por este medio, mis consejos serían los siguientes:
  • Cambia la mentalidad y olvídate de los ritmos. Por poco desnivel que tenga una carrera de montaña, siempre vas a invertir más tiempo que en una de asfalto que tenga la misma distancia. Varía mucho en función del tipo de terreno y de la orografía. Mejor céntrate en el paisaje y disfruta.
  • Trabaja la fuerza. La carrera de montaña exige mucha fuerza. Especialmente interesa reforzar los cuádriceps. Tus rodillas lo van a agradecer mogollón en las bajadas. También viene bien la bicicleta de montaña o de carretera (fuerza concéntrica). La bici castiga menos esta articulación y te vendrá genial como entrenamiento cruzado.
  • Entrena las bajadas y los terrenos técnicos. La idea es que transites por ellos de forma fluida. Con el tiempo te darás cuenta de que vas más rápido en estos tramos pero realizando el mismo esfuerzo que al principio. Además, cogerás más confianza y seguridad ante posibles caídas.
  • Anda, y mucho. Tan importante es andar como correr. Alterna correr con andar (caco). Este recurso es muy útil a la hora de salvar desniveles, al tiempo que ahorra musculatura y energía, especialmente en subidas. Sólo hay que ver el ritmo que llevan los montañeros. Tanto más útil cuanto más kilometraje y desnivel tenga el recorrido.
  • Si te ves preparado para participar en tu primera carrera, elige bien la distancia. No hace fala que hagas una carrera con distancias de tres dígitos para considerarse un auténtico corredor de montaña. Esto solo te va a llevar a decepciones y una más que segura lesión. Busca una carrera que te sea accesible, quizás entre 15-20 km, no más de 2.000 metros de desnivel acumulado y dificultad técnica baja-media.
  • Y sobre todo, sobre todo, aplica el sentido común.



miércoles, 30 de septiembre de 2015

Correr y disfrutar bajo la lluvia

Correr o entrenar bajo la lluvia puede ser una experiencia maravillosa o una completa pesadilla, depende del enfoque quieras darle así como de muchas circunstancias, como por ejemplo la indumentaria que lleves, la orografía del terreno, temperatura, época del año, de si te pilla de salida o a mitad de camino, etc. 

Salir a correr bajo la lluvia, no implica enfermar necesariamente o coger un resfriado. Se trata de disfrutar de una sensación completamente distinta a la habitual. En muchos casos se convierte en una experiencia nueva para muchos corredores.

En mi caso particular, suele ser una agradable sensación el sentir agua fresca cayendo suavemente y rozándome la cara. Me retrotrae a la infancia, cuando disfrutaba metiéndome en el cualquier charco. A cada zancada que doy me siento más conectado que nunca con la madre naturaleza. Me siento más libre.

Si nos ponemos a hablar de la indumentaria, si la lluvia es fuerte, prevemos que va a llover o vamos a estar mucho tiempo bajo el agua, es aconsejable llevar alguna prenda impermeable (por ejemplo, un cortavientos con capucha). Pero ojo, que sea transpirable. Si es solo una llovizna, puede ser más cómodo hasta obviar esta prenda. Respecto a las zapatillas, éstas podrían ser impermeables, o lo menos "respirables", para que no se empapen demasiado rápido. Una zapatilla que cumpla con estas características te va a mantener el pie tibio. No obstante, con todo y ello a veces es difícil.

Lo mejor de todo es cuando vuelves a casa y te regalas una ducha o un baño con agua caliente como recompensa. Si a esto le sumas tomar algún líquido caliente, como un chocolate o una sopa, sentirás que te recompones completamente.

Así que céntrate en disfrutar de la sensación que despierta en ti la lluvia. Olvídate de los ritmos, sobre todo si no estás acostumbrado a entrenar con esta climatología.

Porque correr bajo la lluvia te hace experimentar sensaciones que durante un día de seco, no puedes vivir, así que mi consejo es hacerlo para disfrutar, puedes convertirlo en una experiencia increíble. 

Juan José.

lunes, 6 de julio de 2015

Crónica de la V Nocturna Villa de Montejaque.

El pasado sábado 4 de julio se celebró una edición más de este trail “serrano”, un recorrido circular de casi 30 Km con salida y llegada en Montejaque, discurriendo por caminos y pistas forestales. En mi caso era la primera vez, y además sin experiencia previa en pruebas de trail con este kilometraje, ya que las que he realizado hasta la fecha siempre han sido de más de 100 km.

Entre luces de frontales y con puntualidad inglesa se dio la salida de la modalidad MTB a las 22:15 y quince minutos más tarde, a corredores y marchadores. El ambiente excepcional, y mucha gente animando hasta que ya salimos del pueblo, para adentrarnos en pistas de tierra con un terreno salpicado de pequeñas subidas y bajadas, a lo largo del camino del Pantano de Montejaque hasta la finca de los Cucaderos en el cruce de la finca el Quejigal, donde se encontraba el primer avituallamiento. Al principio llevé un ritmo aproximado de 5´20 min/km hasta llegar al primer avituallamiento situado en el km 6. La verdad es que la carrera me la planteé por tramos, como en la UTSB, de manera que al llegar al tercer avituallamiento (km 18) empecé a hacer la cuenta atrás.  Por cierto, primera carrera en la que participio en que ofrecen…¡sandía!. Como curiosidad, comentar el vaso metálico que nos entregó la organización a los participantes para usar en los avituallamientos, ya que los vasos de plástico estaban limitados a los primeros 50 corredores.

Pasado el primer avituallamiento, seguimos con 5 kilómetros de ascenso con rampas entre el 4 y el 14% hasta llegar al puerto de Mercancinas.  No sé si fue por esto, por la cincha de la mochila sobre el estómago o el tragar aire cada vez que aspiraba del tubo para beber, pero empecé a sentir nauseas y gases, malestar general que no me abandonó en lo que me quedó de carrera y que no me permitió ingerir nada de sólido al finalizar.

A partir de ahí  hicimos un descenso de 1 km con rampas de hasta el -23% hasta llegar al segundo punto de control, algo peligroso ya que aquello ni siquiera se podía calificar de vereda y además estaba repleto de piedras sueltas, con lo que el riesgo de caídas era muy alto. No obstante, puedo decir que en esta bajada adelante a tres ciclistas. ¡Qué máquina!.

El siguiente tramo empezaba con una ascensión, para luego alternar con distintos desniveles y descender por una cañada hasta el camino del Pantano donde se encontraba el tercer punto de control y avituallamiento, habilitado además como punto de escape hacia el pueblo para aquellos que no se encontrasen en condiciones de continuar. Este tramo es uno de los que más me gustó, ya que tenía muchos toboganes discurriendo entre estrechos senderos.

De aquí al vaso del pantano en el que hay un tramo de arena en el cauce principal al pasar por el cañón de los Castillejos y llaneando hasta llegar a la base del muro de la Presa de los Cabaleros. Aquí ya me encontraba bastante fatigado, y la arena hacía muy dificultoso el avanzar, así que decidir andar y guardar las poquitas fuerzas que me quedaban para el final.

Luego ascensión de 1 km con pendientes de 26% nos llevará al llano y el cañón de Mures y tras un descenso con rampas del -20%, donde estuve a punto de  besar el suelo, ya que perdí el equilibrio al meter el pie en un bache. Así hasta llegar al último avituallamiento, donde me tome un par de aguas fresquitas y un aquarius, todo de “garrafa”. Le comento a uno de los voluntarios “ahora empieza la broma” con un poco de ironía, a lo que me contestó “son sólo 2 km”. Creo que lo dijo para dar ánimos al personal, así que le sonreí con complicidad porque esta subida ya la he hecho en los 101 y sé que son el doble.

Total que quedaba la subida a la ermita, una ascensión con unas rampas de hasta el 28%. Casí ná, y encima de postre. En plena subida tuve que hacer un par de amagos de parada, ya que iba justito, y la subida no daba tregua. Me adelantó aquí una pareja a la que volví a pasar antes de comenzar la bajada del zigzag de la ermita. Eso sí, al llegar a la carretera, no se veía indicación alguna y como tampoco llevaba ningún corredor por delante que me orientase, decidí esperar y por tanto perdí lo adelantado. En el siguiente cruce más de lo mismo, así que me uní al cuarteto que adelanté en la ermita y no perderme más. Al final entrada en meta entre aplausos, corriendo a buen ritmo y finalizando en 3h35min. Muy contento, porque me había planteado un máximo de 4 horas. Posición 58 de la general masculina, entrando con la segunda y tercera clasificada de mujeres.


domingo, 15 de marzo de 2015

Habemus Ultra Runner: Crónica del UTSB 2015 150 kms.

Crónica de la Ultra Trail Sierras del Bandolero  2015.

Antes de que se me empiecen a pasar las sensaciones como el azucarillo que se disuelve en el café, me gustaría plasmar en estas líneas la experiencia vivida este pasado fin de semana en la Sierra de Grazalema.

Confieso que este ha sido de largo el reto deportivo más duro al que jamás me enfrentado. Anteriormente ya había realizado dos ediciones de los 101 Km de Ronda, pero para el que no lo sepa y con todos mis respetos, la comparación se queda corta, muy corta.

Allá por el mes de enero me inscribí casi sin pensármelo, pero debido a la popularidad que está cogiendo esta carrera, me quedé en lista de espera, y eso que aún faltaban dos meses para el cierre del plazo de inscripciones. Pero ete ahí que, cuando ya no tenía muchas esperanzas,  recibo un correo de la organización ofreciéndome una plaza. No me lo podía creer, así que hice las gestiones correspondientes para conseguir mi dorsal. El 282, capicua. Restaban dos meses de preparación para el día señalado.

Durante ese tiempo he visionado montones de vídeos del recorrido, he salido a entrenar los fines de semana a la sierra y he andado, mucho. De esto tengo muchas anécdotas que contar, como el día de la primera salida que hice con Mari Carmen, unas 6 horas, donde pudimos disfrutar de la nieve. También está el día que me perdí por culpa de la niebla y casi aparezco en Tavizna, y como no, el último día de entreno en donde por cosas del azar me encontré en el mismísimo trayecto a Villaluenga del Rosario a mi compañero de club Juan Manuel “Chino” con su hijo y su perrita. Aquel día nos perdimos pero bien, nos cayó la noche encima y tuvimos que retroceder nuevamente hasta Villaluenga, donde en el único bar que a esas horas estaba abierto, la señora que regentaba el local se ofreció amablemente a acercarnos a Grazalema.
Los días previos estuve un poco intranquilo, pensando en que llevar o no (ya sabía que tendríamos buen tiempo), a qué horas del día llegaría a los distintos avituallamientos para saber que ropa dejar en las mochilas de Ronda y Villaluenga, etc, etc. Y por qué no decirlo también, tenía miedo. Miedo porque jamás antes me había enfrentado a algo así y no sabía cómo iba a responder mi cuerpo.

Y en esto que llega el día D. Dejo todas mis cosas organizadas, almuerzo y a las 15:30 llego a Prado del Rey, lugar de la salida, y hacerme el reconocimiento médico obligatorio. Si lo llego a saber me lo hago en Lebrija. Me dicen que va con mucho retraso, hay corredores que llevan esperando más de una hora. Mientras estoy esperando me encuentro con “Chino” y como la cosa va para largo decidimos vestirnos, dejar las mochilas y luego regresar. Al final, a falta de 20 minutos para la seis de la tarde, pasamos el reconocimiento médico. Encima tengo el azúcar bajo y la tensión alta, del estrés, seguro. Es que no veía la hora de salir de allí.

Por fín nos vamos la zona de salida y entrego el documento que acredita haber superado el reconocimiento médico. Ya está, por fin, nervios fuera. La plaza de Prado del Rey está llena de gente y me hago la foto de rigor en el photocall con el recorrido y el perfil de la prueba. Le comento a “Chino” que ya estoy más tranquilo y me doy cuenta de los “bandoleros” atiguados con fajín, navaja y trabuco. ¡Qué espectáculo! Mientras espero detrás del arco de salida junto al resto de corredores, me fijo en las caras de admiración de los espectadores, sabedores del esfuerzo hercúleo al que nos vamos a enfrentar.

Todavía nos da tiempo intercambiar algunas palabras con otros valientes, y aunque de nada nos conocemos, se nota un espíritu de compañerismo habitual en este tipo de pruebas.
Se oyen tres trabuzacos y comienza la carrera. Salgo andando hasta poder empezar a trotar, mientras damos una vuelta a la plaza y empiezo a subir la primera calle en busca de la salida del pueblo. La gente no para de animar y a mí se me ponen los vellos de punta. Intento seguir el ritmo que me va marcando Juanma y eso hace que adelantemos posiciones. Esto va bien, pero sólo acaba de empezar, aunque creo que voy demasiado rápido teniendo en cuenta todo lo que queda por delante. Comienzan los primeros sube y baja, aunque casi todo es bajada, pasamos alguna cancela y poco a poco me voy quedando atrás de Juanma. Cada vez me saca más distancia y veo que tampoco echa la vista atrás para ver por donde voy, así que antes de lo que yo pensaba, me voy haciendo a la idea de hacer la carrera en solitario.

Por fin llegamos a la localidad de El Bosque (km 7,37), que nos recibe con aplausos desde la rotonda de entrada. Continúo y me adentro en el pueblo, y ya en la primera subida decido andar. Me parece lo más sensato porque hay que guardar energías.  En una esquina encuentro el primer avituallamiento, y me tomo un agua, aquarius y unas gominolas.

A la salida del pueblo comienza la subida del cortafuego, que tiene una pendiente tan pronunciada que pone a los corredores en jaque y en fila de a uno. Mientras subo con gran esfuerzo echo de menos los bastones y maldigo haberlos dejado en Ronda.  Cuando llego al alto ya está empezando a oscurecer y empiezan a verse las primeras luces de frontales. El camino prosigue por estrechos senderos salpicados de piedras, dirigiéndonos a las proximidades de Benamahoma y ahora sí, enciendo el frontal y la luz de posición trasera. Llego al 2º avituallamiento situado en los Llanos del Campo (km 13,91), tomo algo de líquido y sólido, y a seguir. 

Siguiente parada El Boyar.  Hasta El Boyar todo es subida, prolongada pero no muy pronunciada, aunque en algunos tramos y a pesar de las piedras, se puede correr. Este tramo ya lo había hecho entrenando y más o menos ya me lo conocía. Salto la escalera y después de una larga subida, por fin llego al Boyar (km 20,1). Allí me tomo un poco más de tiempo para ponerme el cortavientos, porque a partir de aquí vamos a coger más altura, y me tomo dos bocadillos y algo de líquido. Comienzo que me llevará al siguiente avituallamiento situado en Villaluenga. Este tramo es uno de los más duros y técnicos de toda la prueba. Ya de salida noto que voy un poco fatigado y que me cuesta tragar la comida. Quizás algo vaya mal, pero no sabía lo que era. Conforme pasan los minutos y vamos ascendiendo, parece que me recupero. En algunos zonas incluso puedo trotar y es aquí donde conozco a un corredor que marchaba al mismo ritmo que yo, Emerson, y al que si no fuese por él probablemente hubiese abandonado al llegar a Villaluenga. Lo cuento así porque empezaba a no encontrarme bien y las subidas se me hacían muy cuesta arriba. A cada minuto me acordaba de mis bastones y del error que había cometido al haberlos dejado en el avituallamiento de Ronda. Y sin embargo, este corredor no me dejo de lado. Se paró a esperarme cuando necesitaba coger aire, me dejo uno de sus bastones para que pudiera subir mejor e incluso llegado el momento, los dos. Así que no tengo palabras para agradecer el gesto. Así poco a poco, llegamos hasta Villaluenga (km 32,68), previa bajada de infarto por un cortado que ponía a prueba los cuádriceps. La bajada, que no permitía correr, me sirvió para recuperarme, así que al llegar al pueblo, tomé un plato de pasta, bebí lo suficiente y otra vez me puse en marcha.

De aquí al refugio (km 41,47), pasando previamente por un llano encajonado entre dos montañas, en el que el fuerte viento de levante pegaba de lo lindo. Me consta que algunos se cayeron aquí. El refugio era una especie de cortijo, pequeño, y con una chimenea bastante tentadora. Allí, comentaban las voluntarias, que los primeros ya habían pasado hacía varias horas. ¡Qué máquinas!.  Despúes de tomarme un caldito calentito y un gel con un vaso de agua, vaya mezcla por cierto, salí en dirección al siguiente avituallamiento. Mi idea simplemente era esa, plantearme la carrera como una sucesión carreras más cortas. Y se sabe, divide y vencerás.

La siguiente parada Montejaque (Km 51,1) y luego creo que ya tocaba en Ronda. Allí por fin me encontraría con mis tan anhelados bastones, así como mi primera mochila con ropa y demás accesorios. Precedida de una fuerte subida llegué aún siendo de noche al polideportivo de Ronda (Km 60,7)  , y tras un cambio de ropa, tomar alimento y bebida y ponerme algunos compeeds, en total una media hora larga, salí de allí. Mientras me terminaba de colocar la mochila pude presenciar delante de algún abandono. Bastaba con decirles que abandonabas y te cortaban una esquina del dorsal. Así de fácil, pero conmigo no iba a ser tan sencillo.

De allí salí de día, acababa de amanecer. Hacía relente, pero con paso firme y bajando la Cuesta del Cachondeo, iba decidido hasta la siguiente parada, Benaojan. Es en este tramo donde mi compañero de viaje, Emerson, le cuesta seguir mi paso debido a que tiene los cuádriceps muy cargados. Decido seguir en solitario y me despido de él, no sin antes agradecerle todo lo que antes había hecho por mí. Debo confesar que el fondo me sentí algo culpable por mi acción, quizás un poco egoísta, no lo sé, supongo que son circunstancias de carrera.

Los minutos iban pasando y el sol empezaba a calentar poco a poco. Después de varias subidas y bajadas, por fin llego a Benaojan (Km 74,3). Allí me tomo entre  otras cosas, unos quicos, que me saben a gloria. Sin parar mucho, continúo mi camino hasta el siguiente punto que es Jimena de Líbar y adelantando participantes. Por el camino, paralelo a la vía del tren y un río, me deleito con los paisajes tan espectaculares. Me digo a mi mismo que me parece increíble tener esto tan cerca y no conocerlo. Aquí hay sitios donde se puede trotar y lo hago. La verdad es que me noto bien dentro de lo normal. Cuando llego a Jimena (Km 84,6) hace bastante calor y en el avituallamiento del pueblo apenas hay sitio para sentarse a la sombra, así que dejo caer sobre uno de los bancos de la plaza y me tomo uno de mis “bocatos di cardinale” con jamón serrano y queso curado que me había echado en la mochila. Tras un par de coca-colas y ponerme una camiseta corta, sigo adelante hasta Cortes de la Frontera (Km 97,7).

Aquí el camino se me hace largo, hay sitios para correr pero es que hace muchísima calor. De hecho puedo observar como hay gente que se para cambiarse de ropa. Yo sigo mi camino, en solitario. En la bajada previa a llegar Cortes, por la carretera, me paro a orinar, y coincido con otro corredor que estaba participando en equipo y que ya venía siguiéndome desde hace unos kms. Cuando uno pasa tantas horas sólo, ocurre que te pones a conversar con el primero que se cruza, y eso hice. Así que con estas llegamos al comienzo de la subida al pueblo, donde supongo que por motivos del calor, habían colocado un mini-avituallamiento con agua. Ahí me paré a echar un par de tragos y enfrentar la subida, que por cierto me pareció interminable. Al llegar arriba tuvimos que preguntar por el avituallamiento porque no dábamos muy bien con él. Allí paro, tomo algo de pasta, aquarius, queso, cargo de agua la mochila, e intercambio impresiones. A esto que llegan los compañeros de equipo del corredor con el que subí. Uno de ellos venía un poco tocado, así que sin ni siquiera conocernos le aconsejé que descansase y comiese algo, aunque no le entrase nada. Yo decido continuar, sólo, más que nada por no enfriarme y me despido.

La siguiente parada es Villaluenga (km 111), ya de vuelta, por fin. El sendero comienza con un paso por detrás de unos pisos, para dar paso a una fuerte subida. Lo malo de la subida no es sólo la subida en sí, que también, sino la calor que hacía. Eran las 15:30 del mediodía y aquí empezaron todos mis problemas. El comienzo fue más o menos bien, pero al poco empecé a notar molestias en la cara exterior de la rodilla izquierda, cosa que aliviaba con una crema que llevaba el caso. Sin embargo, el mayor de los problemas fue el fuerte dolor que sentía en la parte baja de la espinilla de esa misma pierna. Previamente había notado algo pero lo achacaba a una posible sobrecarga muscular debido al esfuerzo. Sin embargo, viendo que el dolor empezaba a tomar otros visos, me baje la media y para mi sorpresa, vi parte de la pierna hinchada con varios puntos de color rojo.


Así que el resto de la subida la hice como pude, esto es, cojeando. El equipo que dejé atrás en el avituallamiento me adelanta, y viendo el estado en que me hallaba me pregunta cómo me encuentro y se ofrecen a aplicarme réflex. Sigo como puedo, sin notar ningún efecto positivo, empezando a sufrir de verdad y preguntándome porqué me estaba pasando esto a mí. Alcanzado el alto, comienza la bajada, otro suplicio para mi pierna que desde hace rato está diciendo basta. Cada escalón, cada piedra, se convierte en un martirio. Durante un largo espacio de tiempo no me cruzo con ningún corredor, tanto es así que en varios momentos llego a plantearme si  me habré saltado alguna señalización y estoy perdido.

Posteriormente me alcanza Emerson, sorprendido de verme así ya que según sus propias palabras, me imaginaba al menos ya en Villlaluenga. Nos despedimos nuevamente, y mientras sigo bajando como puedo, despacio, muy poco a poco dejando caer todo el peso de mi cuerpo sobre la pierna derecha, pienso en las vueltas que da la vida.

Al finalizar la maldita bajada de escalones de pura caliza, continuo por los Llanos del Republicano, una extensa pradera que permite correr, no para mí por supuesto. El camino se me hace eterno. Llego hasta una cancela y retomo una carretera con el pavimento hormigonado. Antes de llegar al pueblo, justo antes de comezar una bajada se me para un vehículo y unas señoras, al verme cojear, me preguntan si estoy bien y si se ofrecen a llevarme. Por mi parte les digo que no porque estoy participando en una competición deportiva y podrían descalificarme. Aún así se ofrecen a pedir ayuda cuando lleguen al pueblo, a lo que le doy las gracias por su interés y les comento que al llegar al pueblo ya me atenderán los médicos.

Mientras tanto la tarde se va apagando y mis cálculos no fallan, llego a Villaluenga justo cuando se ha ido el sol.

Al llegar, lo primero que hago es pedir atención médica. Según me ven la pierna, me preguntan si me he dado un golpe y les contesto que no, al menos que yo sepa. Así que me aplican hielo durante un rato, durante el cual, otro corredor sentado a mi lado me comenta que él iba octavo en la carrera “corta” de 73 Km, pero que se ha retirado porque se ha perdido en varias ocasiones y ya no tiene ganas de seguir. También me ofrece dos ibuprofenos para que me los vaya tomando durante la carrera. A mi sin embargo no se me pasa por la cabeza retirarme, de hecho intento fingir por si acaso a algún médico se le pasa la idea, más si cabe cuando observo extrañado como apuntan mi número de dorsal en un papelito.
Después de pasar por el médico, pido la mochila para cargar algo de comida y ponerme ropa de abrigo seca, ya que la noche ha llegado para quedarse. A continuación, me lo tomo con calma y a pesar de no tener mucha hambre, pico un poco de todo y me tomo otro caldito. Al salir por la puerta del avituallamiento, un grupo de voluntarias me preguntan cómo estoy y me dan ánimos para seguir.

La siguiente parada quedaría en Grazalema (Km 123). Tramo muy técnico éste, comenzando desde la salida del pueblo con una fuerte subida, para continuar luego bajando hasta la localidad. Recuerdo que al principio tuve que pararme para poder orientarme, posiblemente debido a la caída de alguna señal. Así que lo más inteligente me pareció parar a esperar algún grupo y seguirles. La subida la hice más o menos bien dentro de las circunstancias, junto con un grupo de tres corredores liderados por una chica que participaba en la carrera corta y que se conocía el camino como el si fuera el pasillo de su casa. Al grupo también se nos unió un par de sanitarios que decidieron desplazarse al estilo bandolero. La bajada ya fue otro cantar, y debido a las dificultades nuevamente me volví a encontrar sólo. No paraban de adelantarme participantes, en su mayoría de los de la otra modalidad, muchos de los cuales se paraban al pasar a mi lado para preguntar si me encontraba bien o si necesitaba algún tipo de ayuda. No faltaba ninguno que no me diese ánimos más si cabe cuando les decía que estaba haciendo la de 150 Km. Recuerdo un par de ellos, que no dudaron en ofrecerme algunos medicamentos que llevaban consigo. Nuevamente se ponía de manifiesto el espíritu de hermanamiento y de solidaridad que se respira en este tipo de pruebas tan exigentes.

Finalmente conseguí llegar a Grazalema (Km 123) y allí, uno de los sanitarios que se había unido al grupo anteriormente, Alejandro, me echó un vistazo a la pierna. Diagnóstico: picadura de insecto. Tratamiento: antibíotico, hielo e ibu. Me apliqué un poco de hielo protegido con una servilleta, y en vista de que no me podían ofrecer antibióticos decidí seguir adelante. Tuve tiempo para encender el móvil y leer algunos de los mensajes que había recibido, lo cual me dio mucha alegría. A la salida, mientras me dirigía al Puerto del Boyar, llamé a Mari Carmen para decirle por donde iba y en qué condiciones, a lo cual me contestó diciéndome que ya estaba de camino, dándome muchos ánimos, que iba muy bien y que nos veríamos en Benamahoma. También se encargaría de conseguir algún antibiótico en una farmacia de guardia.

Verme subir al merendero del Puerto del Boyar era un cuadro. Parecía que tenía una pata de palo. Aún así, llegué y ahora tocaba bajar hasta Benamahoma (Km 134). El camino se hizo otro calvario, gente adelantándome, un no poder apoyar la pierna, etc. Finalmente, antes de llegar a Benamahoma llamé a Mari Carmen otra vez para decirle que estaba entrando en el pueblo. Ella ya me estaba esperando en el avituallamiento.


Verla me dió mucha alegría, y nos dimos un abrazo. Me preguntó cómo estaba y comentamos impresiones. Entramos en el avituallamiento y comimos y bebimos algo. Los voluntarios me dan muchos ánimos y les comento lo de la pierna, enseñándoles las heridas de guerra. Pero esto ya está aquí. Sólo queda El Bosque y Meta.


Me despido de Mari Carmen y quedamos en vernos en el avituallamiento de El Bosque. Este trayecto es el del Río Majaceite, sólo que se hace por la otra orilla. A mí me llevó dos horas hacer los 5 km, lo que en condiciones normales, sería sólo una o menos. Encima el camino está sembrado de escalones de bajada, no digo más.

Entrando en El Bosque (Km 139) me alcanza Mari Carmen que venía acompañada por un voluntario de la organización. Juntos llegamos al avituallamiento y por el camino todavía me da tiempo de dar un punterazo que me hace ver las estrellas y jurar en arameo. Al llegar me preguntan “¿tú eres el del bicho, no?”. Y es que unos del los participantes que me había pasado durante el trayecto del río, me dijo que al llegar al avituallamiento avisaría por lo que fuese. En el Bosque había otros corredores, tomando el caldito milagroso e intercambiando opiniones con la gente de la organización, a lo que el que suscribe también se unió. Me comentan que al ritmo que iba entraba en tiempo, justito, pero que entraba, y que el camino ya no tenía piedras.


Eran las 7 de la mañana aproximadamente cuando salía de allí. Pronto amanecería y habría sido mi segunda noche consecutiva sin dormir. Mari Carmen me dice que se viene conmigo, que se hace los 11 km hasta meta a mi lado. ¡Con dos cojones!. Total que nos ponemos en marcha los dos y vamos subiendo y subiendo. Menos mal que, efectivamente, el camino no tiene piedras, cosa que se agradece aunque a esta altura de la película uno ya va hecho un Cristo. No recuerdo nunca haber pasado tanto frío.


Y así poco a poco, vamos acercándonos a Prado del Rey. Cruzamos un puente, y luego otro, y la localidad que parece que nunca se ve. Yo empiezo a desesperarme, y confieso que se me cae el cielo encima pensando que por unos minutos no entre en tiempo después del martirio sufrido. Sin embargo, Mari Carmen ya me viene diciendo desde hace rato que ya estamos. De tanto en cuanto necesito pararme porque me falta el aire. Por el contrario, ella, sin ninguna dificultad y simplemente andando puede dejarme atrás. Por fin enfilamos una cuesta que da entrada a Prado. Nos preguntan si hemos visto a un grupo de Pretorianos, a lo que les contesto que no. Y ahora sí, enfilamos la subida, pasamos el colegio que hay a la derecha y encarrilamos la avenida principal.
Ya se va viendo gente. Esto ya está. La gente me da ánimos y me mira con ojos de admiración. Pregunto a una señora cual calle tengo que girar y me dice que sólo dos y que no tiene perdida porque “me están esperando”. No se puede explicar con palabras el sentimiento que me causo escuchar esas palabras, “me están esperando”.  Y al doblar la esquina para encarar la plaza donde está la meta (Km 150), ya a lo lejos empiezo a escuchar al speaker recitando mi nombre. La gente a los lados aplaudiendo, dando ánimos, ¡venga esto ya está hecho! ¡enhorabuena!. Entro en el pasillo azul con los brazos en alto y haciendo el avión, como quien celebra un gol, pero no, lo que celebro es algo mucho más grande. Me recibe el speaker, dándome la enhorabuena y felicitándome.  Mientras me va entrevistando la gente escucha y al mismo tiempo sonríe, en una especie de simbiosis que se contagia. Estoy en una nube. Por fin, después de lo sufrido, he alcanzado mi objetivo y con doble merito. Me preguntan que si el año que viene vengo otra vez, a lo que contesto que me lo voy a pensar. A día de hoy, hace ya una semana, la respuesta es “a lo mejor”, lo mismo dentro de nada es que sí. Me he demostrado a mi mismo de que pasta estoy hecho y ahora siento que es la carrera quién está en deuda conmigo.


Me gustaría finalizar agradeciendo la labor de todos los miembros de la organización, por su apoyo, palabras de ánimo y su libre disposición. También a todos aquellos que me dieron ánimos antes y durante la carrera, a aquellos otros que no tanto, porque sin saberlo me dieron muchas más fuerzas para conseguirlo. A todos los corredores que se preocuparon por mí. A los espectadores, a Juanma “Chino” porque el día que lo llame para decirle que participaba me dijo sin dudarlo que yo era capaz de hacerlo. Y como no, a Mari Carmen, por sus ánimos, sus palabras de apoyo, pasar una noche en vela, traerme medicinas, acompañarme los últimos 11 km de la carrera, por preocuparse por mí, etc, etc.